San Conrado de Parzham fue un religioso que nació en Parzham (Alemania), de padres labradores, y, después de una juventud ejemplar, profesó en la Orden capuchina en 1842. Durante cuarenta y tres años ejerció el oficio de portero en el convento de Altötting (Baviera), célebre santuario mariano, dando a todos ejemplo de oración, caridad activa y paciencia. Lo canonizó Pío XI en 1934.
En su aspecto exterior, la vida de San Conrado de Pharzam, humilde hermano lego capuchino, no tiene nada de romántica. Nació en el pueblecito bávaro de Parzham. Sus padres eran piadosos y sencillos, pero no demasiado pobres; Conrado fue el noveno y último de sus hijos. Desde los primeros años se distinguió por su laboriosidad y su gran devoción a la Madre de Dios.
Después de la muerte de sus padres, ingresó en el convento de los capuchinos, cuando tenía treinta y un años. En 1852 hizo los votos solemnes. Poco después, sus superiores le enviaron a Altotting, sitio famoso por el santuario de Nuestra Señora. Durante cuarenta años ejerció ahí el santo el oficio de portero. La abundancia de peregrinos le proporcionaba mil oportunidades de practicar la caridad, la paciencia, el tacto y el celo apostólico...